Siempre tengo ganas de comer: el hambre emocional

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Siempre tengo ganas de comer: el hambre emocional

No te ha ido bien el día en el trabajo. Llueve y hace demasiado frío. De camino a casa, solo puedes pensar en qué es lo que vas comer nada más cambiarte y acoplarte en el sofá. ¿No está mal el plan, verdad? Pero la cruda realidad es que no tienes hambre. Comes por comer; tienes hambre emocional.

COMER SIN HAMBRE

Comer por estar preocupado, o por aburrimiento son algunas de las prácticas más habituales en la sociedad habitual. Lo lógico es satisfacer una necesidad fisiológica de nutrir al organismo, pero hoy en día tener la sensación de hambre no siempre responde a tener ‘verdadero’ hambre, si no que hablamos de hambre emocional.

Comer por impulso, para olvidarte de tus problemas, por simple y mero placer… cualquiera de estas situaciones no es más que un claro indicativo de que sufres el hambre emocional, y que tiene como consecuencia natural sobrepeso.

¿Quieres conocer en profundidad los síntomas del hambre emocional?

IMPULSIVIDAD

Sin pensar, sin disfrutar, sin escoger… En ocasiones da igual si te echan una ración en el plato, dos o incluso tres porque todo lo que ves te lo terminas comiendo por impulso. Es uno de los principales problemas al que nos enfrentamos a la hora de comer, donde se olvida saborear los alimentos, disfrutar del sabor o los olores. Hay que prestar atención a lo que se come, pausar los instintos y centrarse en cada bocado para que nuestros impulsos queden atrás, de esta manera quedaremos saciados antes y nos alimentaremos mucho mejor.

PLACER

El placer por placer también se da a la hora de alimentarnos. La glotonería también es preocupante ya que muchas personas no saben decir basta. Hay que saber cuando se está alimentado correctamente y no buscar siempre estar saciado y que no quepa nada más en el estómago.

Es cierto que comer es uno de los mayores placeres, pero si no se hace de manera correcta, puede ser también nocivo para nuestro organismo. Por eso, aunque comer nos reporte placer, hay que dosificarlo para no caer en el hambre emocional.

ANSIEDAD

No hace mucho estaba viendo una película americana, y me sorprendió mucho ver lo normal que me pareció mientras la veía que cuando a la chica le deja su novio ella está en el sofá llorando sus penas mientras ve una película romántica y con un helado enorme. Otro de los síntomas de tener hambre emocional nos llega cuando utilizamos la comida como evasión, para calmar nuestro estrés. Queda claro que no forma parte de ninguna solución, es más, se puede convertir en un problema más y que termine por agravar la situación en la que nos encontramos.

Por eso, aunque parezca algo normal porque lo vemos continuamente en las películas, no trates de solucionar tus problemas, miedos o ansiedades comiendo, porque lo único que conseguirás es sobre alimentar a tu cuerpo, con lo que le generarás más problemas.

¿CÓMO ME QUITO EL HAMBRE EMOCIONAL?

Pausa. Respira hondo y toma consciencia de lo que estás haciendo. Mastica, poco a poco, despacio y con calma. El hábito de comer en muchas ocasiones está asociado a una rutina, como lavarse las manos, que ya lo haces sin pensar en ello de una manera casi mecánica.

A la hora de pensar en comer tenemos que olvidarnos de hacerlo sin pensar, hay que eliminar los patrones de comportamiento que son nocivos para la salud. Por eso, mi recomendación es que cambies tus malos hábitos, tengas una verdadera noción de lo que comes y por qué lo haces, y como recomendación final: incorpora el deporte a tus actividades habituales.

Naiara Carretero
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